Los sociólogos y antropólogos coinciden en que el diálogo y la restructuración del presupuesto de inversión social en las ciudades afectadas por el paro son las únicas salidas a esta crisis social, si se decide por el respeto a la vida y frenar el círculo violento de la historia colombiana.
Para el doctor en sociología política y experto en movimientos sociales y acción colectiva, Luis Carlos Castillo, la situación que afronta la capital vallecaucana sí es producto de la desigualdad económica y social que se vive en la región y el país, pero exacerbada con la irritación que produjo las medidas contra la pandemia.
“Por la Pandemia se produjo un proceso de pobreza y miseria acelerado en buena parte del país con 22 millones de colombianos en pobreza y 4 millones más en la miseria”, añadió el sociólogo y profesor titular de la Universidad del Valle.
Argumenta que es la detonación social más extensa y profunda de Colombia, por encima del paro cívico de 1977, las marchas de 1957 y del Bogotazo del 9 de abril. “Ya vamos a cumplir un mes de paro con el contexto de ser el segundo país más inequitativo de Latinoamérica después de Haití y tras asumir un confinamiento con toque de queda y restricción de movilidad que creó un ambiente explosivo, un descontento social en gran parte de la sociedad que llevó a la irritabilidad y a mayores índices de empobrecimiento”
“Para todos es claro que se buscó frenar la expansión del virus y las muertes, pero la mayoría de los colombianos no tenían condiciones económicas para encerrarse y muchos fueron lanzados a niveles de miseria total”, advirtió.
Para el sociólogo Castillo la reforma tributaria sólo fue el “Florero de Llorente” y las manifestaciones violentas hacen parte tradicional de los estallidos sociales con iras acumuladas, manifestó.
El experto en movimientos sociales explica que el protagonismo de Cali y de los jóvenes también tiene una explicación y se debe a que la capital vallecaucana acoge todos los conflictos de violencia del país y la experiencia y creatividad tecnológica se volvió una herramienta poderosa en manos de jóvenes excluidos.
“Es simplista relacionar las manifestaciones con teorías conspirativas, fuerzas oscuras o intrigas maquiavélicas, porque eso es lo que tradicionalmente hacen los gobiernos para defenderse y no van detrás de las causas sociales”. Para Castillo se trata de jóvenes sin futuro que también están acompañados de diferentes vertientes que arrastran también prácticas ilícitas.
“Detrás de las barricadas hay de todo, los actores no son claros y con liderazgos cambiantes. Hay muchos actores complejos que hacen uso de la violencia en medio de las demandas de estudiantes y vecinos de barrio. Son grupos muy heterogéneos integrados por jóvenes hábiles en tecnologías de la comunicación que informan en tiempo real”, explicó el académico, quien ha tenido la oportunidad de entrevistar a jóvenes de primera línea en las formaciones de las barricadas.
El sociólogo también analizó un repertorio de acción en los manifestantes que funcionó perfectamente en Cali y se trata de las barricadas en las ciudades. Según el experto, se habían manifestado bloqueos en vías intermunicipales, pero no bloqueos a nivel interno. Esto él lo califica como un “repertorio de acción boomerang”.
“Se vuelve en contra de los mismos manifestantes porque ocasiona un desabastecimiento que los vuelve sufrientes de las consecuencias del mismo y también hace que personas que en un principio los apoyaban, se vuelvan en su contra”.
El Académico insiste en que este repertorio es complejo porque además está acompañado de jóvenes de diferentes procedencias sociales, con unos líderes de primera línea que aseguran que no tienen nada más que perder.
“Puede que se cansen en un mes, pero si la situación no se resuelve desde respuestas a sus necesidades, entonces van a regresar porque descubrieron un repertorio de acción colectiva muy fuerte”, concluyó el experto.
Sobre el alcalde Jorge Iván Ospina advirtió que fue víctima de una erosión de su legitimidad desde arriba y desde abajo, con actores políticos trabajando en contra, un gobierno nacional que intentó aislarlo y unos manifestantes que lo acusaron de excederse en violencia.
“Para los procesos de negociación se necesitan actores con identidades colectivas precisas y agenda políticas, pero esto no está pasando con las demandas que hay detrás de las barricadas. Hay actores que apenas se están identificando, liderazgos difusos, con orígenes e intereses complejos, pero hay técnicas y metodologías de negociación para este tipo de actores y esto lo podemos evidenciar con el progreso en los diálogos de Cali después de dos intentos fallidos. Además, no basta con sentarse a dialogar y establecer acuerdos, hay que tomar decisiones de política pública y hacer reestructuración del presupuesto de inversión social” afirma Castillo.
Añade que se deben producir proyectos de generación de empleo que acoja a los excluidos, trabajar en el presupuesto de una renta mínima para quienes están en condiciones de miseria y una mejor oferta educativa, que es en resumen, lo que los jóvenes están solicitando en los 25 puntos de su pliego de peticiones.
Para el sociólogo uno de los proyectos que más debe fortalecer la administración del alcalde Jorge Iván Ospina es el de la Universidad Distrital del Oriente porque con esa obra se podrá mejorar y flexibilizar el acceso a la educación para más jóvenes.
“También hay que establecer alianzas con universidades públicas, privadas y con el SENA en educación técnica, tecnológica y en formación para el trabajo”
El sociólogo Castillo argumenta que ante el caso que afronta Cali, la mejor solución es sin violencia porque le saldría muy costoso a la capital vallecaucana resolverlo de ese modo “Es a través del diálogo, con acuerdos y respuestas a las demandas de los manifestantes, porque lo más preciado es la palabra y es con la palabra que se resuelven grandes conflictos”
Fuente: Carolina Tascón / Alcaldía de Cali
