Bodas de Oro. El agradable tormento de la hora

En dos páginas interiores, el diario El Colombiano, de Medellín, registró, el 7 de octubre de 1970, la hazaña de Cochise Rodríguez. /Foto El Colombiano vía COC.

Por Pablo Arbeláez Restrepo
Cortesía Revista Olímpica

“¿Claudio, y ahora qué vamos a hacer si la bicicleta se perdió?

“Cochise, contesta Claudio Costa, no puede ser, porque yo la aforé hasta Nueva York”. 

“No friegue, esa era la máquina especial con la que yo había soñado desde que empecé en la pista. Alberto Mass me la hizo a la medida, con marco especial 56, bielas de 180 milímetros y no pesaba nada”, refunfuñó Martín Emilio.

“Bueno Claudio, ahora que estamos en Ciudad de México, no queda más remedio que hacer el intento del récord de la hora en la bici vieja, la Pogliaghi. A esa le ponemos una calcomanía de la marca Benotto, y a ver cómo nos va”.

Cochise, volvía de Leicester, Gran Bretaña, de ser quinto en la persecución del Campeonato mundial de pista y de correr en varios criterios celebrados en cercanías de Milán. Por delante, y la altitud de México, tenía un reto al que se le miden pocos: pedalear en la pista de un velódromo por espacio de 60 minutos, para intentar un recorrido cercano a los 48 kilómetros.

“Ojalá que no llueva y que nuestro amigo Luigi Casola lleve los niños de los colegios al velódromo Agustín Melgar. Hoy utilizaré la camiseta tricolor de Colombia, con la pantaloneta negra de siempre (…) Pues claro que siento nervios, cómo no los voy a sentir, pero, espérese que otra será la realidad cuando estemos en la competencia (…) Qué rico es este sol, por fortuna el óvalo está seco –la temperatura promedio era de 23 grados-; y lo mejor es el detalle de los niños que me gritan desde la tribuna: “Cochis… Cochis… Cochis. Esto me gusta y me da muchos ánimos.

Bueno madrecita –refiriéndose a su mamá Gertrudis-, esto empezó. Si Claudio se mueve para el centro, es que voy bien; si se tira hacia la curva, es que estoy perdiendo terreno con relación a la tabla que hicimos. Recuerda Martín para sus adentros, que la medida calculada es de 48 kilómetros en la hora.

Voy bien, van 20 kilómetros y Claudio poco se ha movido. Vamos que es por Colombia, por María Cristina y por mi mamá. (…) No, no puede ser, Claudio se corrió –se rondaba la mitad de la prueba- y se está acercando a la curva y debo apurar. Las piernas ya me duelen, pero tengo que ser más fuerte y resistir”.

A los 40 kilómetros de recorrido habían pasado las amenazas de flaqueza y Cochise Rodríguez iba ganándole a la tabla pese a que las nalgas le dolían un montón, producto del enorme esfuerzo que ejecutaba en el óvalo de 333,33 metros de madera africana.

“Recordá Martín, mascullaba en su pensamiento, los duros momentos de pobreza de la juventud, los días que tenías que salir a la calle a las 4:00 de la mañana, para vocear el periódico El Colombiano –siempre lo ha apoyado-. No se te olvide la venta de los limones, por docena, en la Plaza de Cisneros”.

El grito de “Cochis… Cochis… Cochis”, bajaba de las tribunas cual cascada, con sus 3.000 espectadores. Faltaba poco para llegar a los 60 minutos y Martín sabía que estaba a un tris de cumplir con la hazaña. Y la gritería fue a más, cuando los narradores, algunos de ellos colombianos, le contaban al país: “Señoras y señores, Martín Emilio Cochise Rodríguez, acaba de superar el récord mundial de la hora de la rama aficionada, al recorrer 47 kilómetros, 566 metros y 24 centímetros, superando la marca que tenía el danés Mogens Frey Jensen”. El total de la distancia se manejó con totales diferentes para algunas agencias informativas, pero el ciclista paisa sostiene que la oficial es de 47,563,24. (Ver nota Cochise y sus 68 dientes).

Recibimiento a Cochise Rodríguez y Claudio Costa, en Bogotá, luego de la conquista de la marca mundial de la hora. Foto: El Tiempo / Vía COC

Sucedió al mediodía del miércoles 7 de octubre de 1970, fecha memorable en la vida deportiva de Martín Emilio, pero que finalmente se convirtió en un enorme esfuerzo, el “dulce martirio de la hora” que comprendió 142 vueltas al velódromo Agustín Melgar que solo tuvo como premio un reloj de pulsera de la marca Longines.

“Viste Claudio que sí podíamos. Eres incomparable, le respondió su técnico. Qué dicha la que siento, pues no veía el momento de terminar con este suplicio”, fue el primer comentario entre ellos tras la hazaña.

Cochise Rodríguez mantuvo vigente el récord de la hora durante algo más de nueve años, siendo superado por el ciclista danés Hans Henrick Oesterd, el 1º de noviembre de 1979, realizado en la misma pista del velódromo Agustín Melgar, con 48 kilómetros y 200 metros.

Hoy, la vieja bicicleta del récord de la hora continúa en poder del múltiple campeón y hace parte del museo de Cochise Rodríguez que se presentó por primera vez en el Congreso Nacional de Ciclismo.

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