marzo 10, 2025

La Cali del Jarillón que visitó el presidente

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Foto Alcaldía Santiago de Cali

Lina Margarita Williams F.-CBN. El plan Jarillón tiene dentro de sus objetivos garantizar el abastecimiento de agua potable, la protección de sistemas de bombeo y de drenaje de la ciudad, evitar posibles inundaciones en el oriente de Cali y reubicar a las familias que se encontraban sobreviviendo en sus cambuches.

Como un “sueño hecho realidad” hay quienes definen la entrega de viviendas del Plan Jarillón que se llevó a cabo el día viernes 24 de abril de 2015. Un total de 173 familias son las beneficiadas con el proyecto, dijeron.

Al asomarse por la ventana de los apartamentos, doña Ruby Gaviria, alcanza a ver “que es como pequeño pero hay que darle las gracias a Dios por esa vivienda”. Dos habitaciones, cocina, baño y sala comedor es hoy en día, una vivienda digna en la que ella piensa llevarse a sus dos hijos menores y a sus padres, un par de viejos de 76 y 88 años a quienes la vida les está pasando factura.

Marisol Quintero madre cabeza de hogar, y una de las beneficiadas vive en El Barandal, cerca de Charco Azul, invasión donde duerme con sus hijos en tres ranchos hechos en esterilla porque “yo dije que a eso no le iba a meter material, de un momento a otro nos sacan y uno es el que pierde”, comenta.

Presidente Santos-Urbanización Río Cauca31
Foto Alcaldía de Santiago de Cali

Ya la sacaron. Le pidieron desbaratar primero sus ranchos para poder entregarle las llaves de su nueva casa, una casa digna de dos habitaciones para ocho personas entre las que se encuentra una pequeña de dos meses.

“Estamos pidiendo que a las familias se les asignen las casas de acuerdo a su núcleo familiar” dice María Huertas, líder comunitaria que llegó hace 10 años a la ciudad víctima del conflicto armado en Colombia, quien se encuentra redactando una carta para entregársela a Juan Manuel Santos, presidente de la República.

-¿Qué dice la carta?

-Estoy pidiéndole al señor presidente que conozca la situación de un niño especial de 32 años, que vive en el Jarillón, que no puede valerse por sí solo, los papás no tienen un recurso, tenía una EPS mientras el papá trabajaba, ya no trabaja; se rebusca con carpintería pero eso está tan malo que ya no tiene ni para la comida, entonces a ¿usted le parece que eso es justo?, me pregunta, pero ella conoce la respuesta. Eso no es justo para una persona, concluye.

Es fácil hacer el ejercicio mental de imaginarse un apartamento pequeño de dos habitaciones, sala comedor, cocina y baño, en el que deba acomodarse una familia de siete, ocho u once personas en algunos casos.

Yo me pregunto, dice la señora Huertas, ¿al presidente será que algún día le tocó vivir así?, ¿será que el presidente sabe lo que es vivir en un Jarillón en medio de toda la mierda de vaca y caballos?, ¿él será que conoce eso?, ¿verdad que no?

Como Marisol Quintero y Ruby Gaviria, – mencionadas anteriormente – a doña María también le otorgaron su casa años atrás y asegura que “eso no es una casa digna, mi familia son 11 y  vivimos en hacinamiento”.

Pide al gobierno ponerse en los zapatos de todas las personas a quienes han desterrado, con amenazas, víctimas de un conflicto armado que no es suyo, y piense en qué es lo verdaderamente viable para ellos.

Ella sabe que no todo es malo pues los servicios están entre los 25 mil pesos de gas, hasta los 40 mil de agua y una energía que se puede recargar dependiendo del uso. “Yo con diez mil paso 15 días”, asegura.

Presidente Santos-Urbanización Río Cauca95
Foto Alcaldía de Santiago de Cali

¿Pero cómo es posible que el Estado no mire las necesidades de las mujeres?, vuelve y se pregunta. “Yo no tengo trabajo, yo me rebusco en la vida lo que salga para poder alimentar mis hijos. Nosotros como víctimas tenemos menos oportunidad. A mis 44 años ya no tengo oportunidad de empleo porque para el Estado ya pasamos de moda”.

Como representante legal de la Fundación ‘Saetas de Fuego’, que busca el beneficio de su comunidad, María Huertas pide igualdad y que los programas de vivienda se respeten de acuerdo con las propuestas. “Sería bueno que hicieran la diferencia entre afro e indígena, entre población víctima y Sisbén, pero llega un programa para víctima y lo ponen para todo el mundo”.

No sé qué tan viables puedan ser las peticiones de la señora Huertas. No sé cómo va a ser la distribución familiar de Marisol, con sus siete hijos y doña Ruby, con sus padres, cada una en su apartamento, no sé cómo madres cabeza de hogar, algunas sin empleo, van a hacer para pagar sus servicios y llevar el pan a su mesa. “Uno de mujer se rebusca, porque somos perseverantes” afirma doña María…  “Ese es el dilema”, dirá la señora Quintero.

Lo que sí es un hecho es que el gobierno cumplió con la entrega y ahora sólo queda esperar a que la otra parte de la obra, prevenir las inundaciones y demás, quede terminada hacia el 2018.