
Jorge Manrique Grisales-CBN.- Desde el momento en que se conmemoraba el prendimiento de Jesús, con una procesión a la que iban solamente los hombres, las campanas de las iglesias de Cali enmudecían. En su remplazo sonaban matracas.

Había recogimiento. El Jueves Santo, las señoras vestían de negro y usaban perfumes finos. Los hombres llevaban vestidos de paño inglés y sombreros. Había competencia entre los templos por el mejor «Monumento», actividad que se realizaba hasta las doce de la noche, especialmente en las iglesias de San Francisco, La Catedral de San Pedro, Santa Rosa, La Merced y San Antonio.
El Viernes Santo se celebraba el Viacrucis y eran famosos los sermones del «Descendimiento», particularmente en el templo de San Francisco. También se adoraba la cruz, ceremonia en la cual los feligreses besaban un crucifijo y entregaban una limosna destinada a la conservación de los lugares santos en Jerusalén.
Uno de los relatos del libro «Tertulias del Cali Viejo» señala:
«El Viernes Santos se quemaba sahumerio y era el día al que las gentes tenían miedo. Nadie salía de paseo ni a baño porque decían que se volvía pescado y se creía que por la noche ardían los entierros y a los árboles que no habían cargado el año anterior les daban fuete con un rejo para que cargaran. La Plaza de Mercado no la abrían el Viernes porque no se sacrificaba ganado ese día».
También contaban los mayores que a la medianoche del Viernes Santo florece la yerbabuena, una planta que jamás da flores. Se decía que la Vírgen María extendía sobre estas matas los pañales del Niño Dios y que el día en que muere Cristo, el diablo está atento al momento en que florece la planta para arrancar las flores. Se dice que las flores son pequeñas, azules y en forma de cáliz, pero que casi nadie las ha visto.
El Sábado Santo bajaba la actividad en los templos. Por la noche se hacía la Procesión de la Vírgen de Los Dolores en la que se acompañaba la imagen en silencio, recordando el sufrimiento de la madre de Jesús.

El Domingo de Resurrección se iniciaba con las campanas de la Catedral de San Pedro, que tenía el honor de anunciar la Resurrección de Cristo. Luego seguía el coro de los campanarios de los demás templos desde donde comenzaban a salir los pasos de los protagonistas de ese día: María Magdalena, La Verónica, San Juan, San Pedro y otros para ir al encuentro del Resucitado y volver a la Catedral donde se celebraba la misa solemne.
Manjares muy variados se servían en esos días: pandebono, acemas, bizcochuelos, cuaresmeros, sopa de pandebono con huevo, champús y masato, entre otros.
Hasta 1955 la misa se celebraba en latín y el oficiante lo hacía de espaldas a la concurrencia. Mucho antes del invento del micrófono, los oradores tenían que educar la voz para que todos en el templo pudieran escuchar.
De pequeños siempre escuchamos historias raras sobre las costumbres de Semana Santa. Nos decían que el Jueves Santo no se podía hacer ruido, pues nos podrían condenar a arrastrar cadenas por toda una eternidad. También nos advertían que si golpeábamos a alguien el Jueves o el Viernes, estábamos golpeando al Señor. Tampoco se podía jugar con dados o cualquier juego de azar, pues se estaría apostando la túnica del nazareno. Sólo se escuchaban música clásica y sermones en las emisoras.
Bueno aquí en Venezuela se están creando varios, pero el más fuerte es que si prendes bombillos de noche, te puedes convertir en LUCIÉRNAGA, claro eso tiene una explicación: el gobierno no quiere que nadie se alumbre ni ande en la claridad.