
Jorge Manrique Grisales-CBN. A comienzo de los años 70 La Pedregosa era famosa por el verde que la circundaba y un cauce cristalino que atravesaba el territorio. Era el sitio de encuentro y de recreación para muchos en el sur de Cali. La cuenca del río Meléndez inspiraba y muchos jóvenes se sumergían en sus aguas a la vez que las mujeres lavaban allí la ropa.

César Augusto Alzate, un salamineño quien se quedó en Cali desde los 15 años recuerda que en la rotonda que salvaguarda a un centenario algarrobo estuvo en campaña el presidente Belisario Betancur hablando con los vecinos por allá a comienzos de la década de los años ochenta. Aún entonces se disfrutaba de la cancha de fútbol y de recolectar frutos que se daban de forma silvestre.
Hoy este sector de la Comuna 18 quiere recuperar el verde, el encuentro de vecinos, la alegría del fútbol y la limpieza del río afectado por la carga de asentamientos subnormales que fueron llegando por oleadas al lugar. En este esfuerzo están comprometidos los líderes de la Comuna 18, el colegio Fe y Alegría de la Pedregosa y la Universidad Javeriana.
El sueño de un sendero ecológico que quiere la comunidad se pasea por 300 escaleras construidas en concreto y que todos los días más de 2.500 personas, entre niños y padres de familia suben y bajan para llegar al colegio Fe y Alegría. Ese ha sido el cordón umbilical de la modernidad entre la comunidad y el colegio y hoy se asume como un ritual diario. Para quienes no están acostumbrados representa un reto y más de uno pierde el aliento en el intento de subir hasta el borde de los barrios de la Comuna 18.

Pero al lado de las escaleras hay otra ruta, la de la costumbre, la de la historia, el camino construido por los propios caminantes. Es un sendero serpenteante que se cuela por entre árboles y arbustos. Muchos niños lo prefieren en vez de las escaleras y otros lo conocen tan bien que no les importa invertir el tiempo que sea necesario para disfrutar de la experiencia de caminar por entre la naturaleza.
La comunidad quiere recuperar su memoria colectiva por encima de los planes de desarrollo, las visitas programadas del alcalde de la ciudad -que en días pasados despachó desde la Comuna 18- o la estigmatización de la que ha sido objeto la gente del sector de ladera.
Margarita Sánchez, una de las líderes comunitarias lo dice con firmeza: «No somos un barrio, somos un pueblo» para significar toda la historia que hay detrás de 14 barrios ubicados entre la ladera y el plan, pero que con los años han desbordado el dibujo de la Oficina de Planeación Muncipal porque todos los días sigue llegando gente de todas partes en busca de un futuro. «Aquí está la gente que trabaja por la ciudad, el jardinero, el empleado, el obrero… Ese que se levanta todos los días a tomar el jeep, el bus o la moto para ir a su empleo muchas veces a partes bien alejadas de la ladera», señala.
La líder comunitaria piensa que desafortunadamente vivir en la zona de ladera implica problemas para conseguir trabajo o cupo en una universidad por la estigmatización que se tiene del sector. «Muchos nos consideran zona roja y por eso se pierden oportunidades porque nos consideran peligrosos», precisa.
Sin embargo, la propia comunidad quiere resignificar su historia y por eso le apuesta en firme al sendero ecológico, no como una simple obra de infraestructura física, sino por lo que implica para la gente recuperar el río, los espacios verdes y contar esa otra historia que no sólo los hace un barrio sino un pueblo.
——————-
Nota del editor: Cali Buenas Noticias acompañará en 2015 el proyecto de «Sendero ecológico» propuesto por la Comuna 18 con su equipo de reporteros y el concurso de los estudiantes de las cátedras de Escritura Periodística y Periodismo Electrónico del programa de Comunicación de la Pontificia Universidad Javeriana Seccional Cali.
Me encanta lo que compartis, es contenido que vale la pena leer 🙂
Gradesco Ala univercidad javeriana y los prfesores como cesar mitocayo que a impulsado esta inicitiva y austedes futuros peridiastas
La comuna 18, es un lugar que vive estigmatizado por la sociedad caleña. La mayoría cree que polvorines es un sector donde yace el peligro y de donde nada bueno podría ocurrir. Pero, el pasado jueves 19 de febrero, pudimos presenciar que la comuna 18 es solo un lugar que intenta salir adelante a pesar de las mentalidades discriminatorias del status quo. Hoy en día, para todo el que es ajeno a la comuna 18 y polvorines, estos son solo sinónimos de peligro, miedo y corrupción. Es tan solo un lugar en donde solo ocurren calamidades, cuando en realidad son un pueblo completamente alienado de la ciudad donde se alimentan de esperanza para el progreso y el mejoramiento, pero deben luchar contra un imaginario negativo que está arraigado en nuestra sociedad caleña que evita que esa esperanza se desarrolle a su máximo esplendor.
Una vez una idea está arraigada en nuestras mentes, es muy complicado cambiarla, y más cuando se trata de un estigma como este, que ha impedido que el desarrollo del pueblo se estanque y evite que la sus habitantes puedan aspirar a una mejor calidad de vida. La semana pasada, Margarita Sánchez, una de las líderes de la comuna 18, comentaba cómo ha habido muchos casos de jóvenes que deben mentir sobre su lugar de vivienda y origen para poder entrar a la universidad, o para poder trabajar, como si fuese algo vergonzoso o repugnante, cuando debería ser todo lo contrario, el lugar de donde uno proviene debe ser sinónimo de orgullo o simplemente debe ser un dato común, no debe ser un impedimento para conseguir trabajo o para poder estudiar.
La historia de este pueblo es una representación a escala micro de lo que ocurre con nuestro país en el mundo. El solo hecho de nombrar nuestro país como lugar de origen es un paseo directo a la aduana o a una fila especial en un aeropuerto. Más de uno, esconde su pasaporte para evitar posibles problemas y he conocido personas que cuando tienen doble nacionalidad prefieren resaltar la otra para facilitar las cosas. El hecho de ser colombiano no debería ser un argumento en pos de verificar si uno es una mula potencial, así como el hecho decir que uno viene de la comuna 18 no debería ser argumento para ser tachado de delincuente.
Con la situación que vive nuestro país a diario, de tener que preocuparse fuertemente por su imagen internacional para poder conseguir inversión de países extranjeros del primer mundo, la sociedad debería ser más flexible con esos sectores supuestamente deprimidos de nuestra ciudad. Todo ese estigma social hace parte de un cáncer que carcome el inconsciente de imaginarios ficticios que nos llevan a prejuicios basados en imaginarios creados por juzgamientos de “mirada de pájaro” que nunca hemos atrevido a verificar.
Interesante acercamiento a la comuna 18, una forma diferente de ver y entender esta comunidad.
La comuna 18 ha sido estigmatizada enormemente por los altos índices de violencia que se supone que tienen. Pero, después de trabajar en algunas ocasiones con esta comunidad, he tenido la posibilidad de quitar ese estigma, y reemplazarlo por la verdadera realidad que se vive allá. Como lo dice el artículo y que creo necesario resaltar, no son un barrio sino un pueblo en el que la hermandad, solidaridad y preocupación por el otro es evidente.
No hay duda que este sector no es un barrio, es un pueblo como dice Margarita Sánchez, es un grupo de persona que han trabajado por su bien y han salido adelante. Es por esto, que me parece importante que se muestre esta cara del sector, la cara del pueblo que tiene metas, sueñas y que tiene personas que luchadoras que logran cumplir con sus objetivos por su bien y el de su comunidad.
Desafortunadamente la comuna 18 esta estigmatizado por las personas de su propia sociedad y las razones por las que eso ha pasado no vienen al caso en este momento, ya que la idea es precisamente mostrar la realidad de este pueblo, todo lo positivo que hay en el que probablemente es más que lo negativo.
Es increíble la manera en la que los estigmas se apoderan de las personas, dañando la imagen del barrio y de la comunidad que vive allí. Tristemente, muchas personas se atreven a considerar el barrio como una zona roja sin haber tenido la oportunidad de visitarlo, sin embargo, para mi fortuna, he podido presenciar lo que ocurre en ese lugar y me atrevo a decir que son personas tranquilas, que viven unidas y se preocupan por el otro, y al igual que lo menciona Augusto Alzate y Margarita Sánchez, pienso que más que un barrio, ellos son un pueblo.
La comuna 18 es una representación en pequeña escala de lo que ocurre en el país. La lucha de muchos por sus derecho, la constante pelea con un estado que no cede fácilmente, la «berraquera» de una sociedad que quiere sobresalir. Sin embargo, tengo algo por resaltar sobre esa comuna que como muchas parece ordinaria, el «perrenque» para insistir en que las soluciones no llegan si no que se construyen.
Si hay algo que ha caracterizado al ser humano actual es su, mejor dicho, es nuestra, capacidad para desear la inmediatez, victimizarse para ser socorrido, acelerar procesos por un afán que no tiene sentido y sobretodo, esperar que «todo caiga de las nubes». Aunque formo parte de ese ser humano actual ya descrito creo en más en la filosofía de que si se quiere algo, se trabaja por ello sin importar las condiciones económicas.
La comuna 18 aspira por un sendero ecológico sin esperar que «le llegue de las nubes» o que le sea regalado por las instituciones que forman parte del proyecto, si no que por el contrario está dispuesta a ser partícipe de la construcción y de demostrarse fuerte ante el trabajo de lograr un beneficio colectivo.
Se puede notar que la comuna 18 presenta grandes problemas. Principalmente el rechazo o exclusión de los habitantes por algunas comunidades de la ciudad de Cali, puesto que los estigmatizan como gente peligrosa a la que hay que tener alejada. Esto genera ciertos problemas psicológicos en los habitantes de la comuna 18, ya que al ser considerados como menos, así mismo se sentirán.
Otro problema que esta afectando a esta comunidad es la incomodidad que tienen que pasar mas de 2.500 personas para llegar al pueblo como lo llama Margarita. Es un poco desagradable saber las condiciones en las que tienen que estudiar los niños del colegio Fe y alegría; llegar cansados y sudados a sus puestos de estudio o muchas veces sucios de barro en época de llovizna, debido a que no tienen un sendero por el cual caminar de manera cómoda.
Otro aspecto que mere ser tocado es la falta de espacios recreativos; el río meléndez era uno de esos, pero la contaminación de este no permitió que las familias siguieran disfrutando de sus claras y limpias aguas.
A pesar de lo dicho anteriormente, son una comuna la cual vive agradecida y conforme con lo que tienes, que sus ganas de salir adelante no son arrebatadas por nadie.
Muy positivo el enfoque que publica la noticia anterior frente a la problemática que vive esta zona. Es imperativo que los habitantes de la comunidad muestren al mundo sus ganas de salir adelante y su crecimiento a nivel personal, resaltando que no por algunos que sigan caminos de la violencia se debe calificar a toda una población. Días atrás estuve visitando la zona y observé que es un lugar muy interesante tanto natural, como social. El desarrollo del proyecto Sendero Ecológico en mi opción puede ayudar a reducir índices de violencia en la zona, al crear un espacio para integrar nuevamente a las familias y generar hábitos de deporte, compartir en familia y relajación con la naturaleza.
Qué bueno que atreves del portal de CBN nos estén mostrando otra cara de la comuna 18, un lugar que ha sido tan estigmatizado por muchas personas, incluyéndome; pero después de haber vivido la experiencia de conocer y escuchar algunas vivencias de personas como el señor Cesar Augusto, cámbianos nuestra forma de pensar.
En realidad son personas que día a día se levantan con las ganas de salir adelante, de seguir luchando por el bienestar de ellos mismos, y por recuperar y mejorar el sector donde ellos viven. Por eso lo del proyecto del sendero ecológico, es una gran idea para que personas de afuera, cambien su forma de ver y de pensar, y más gratificante saber que la Universidad ayuda e incentiva estos proyectos en pro de la ciudad de Cali.
No cabe la mayor posibilidad que esto sea un barrio,para mí es un pueblo que ha luchado de todas las maneras posibles para salir adelante, nada les impide progresar ya que a pesar de las dificultades que han tenido que a travesar ellos salieron adelante. Realmente el que está en la pedregosa o más bien viviendo allá pueden opinar al respecto, es increíble como las personas para poder desplazarse de un lado a otro tengan que pasar por un sendero o subir y bajar más de 200 escaleras, donde más de 2500 personas las transitan a diario, se observa que las personas que habitan en estos barrios van en busca de la recuperación de las zonas, de algún modo alguno aportan cada día para mejorar. Estos terrenos fue de gran ayuda para las personas de bajos recursos ya que las principales personas que se encuentra en esta ladera son los de Nariño y Cauca en su gran mayoría, son personas que se destacan por ser trabajadores y pasivos. El sueño principal que tiene con el proyecto «Sendero de vida» es revivir todos los momentos especiales y general una consciencia social, donde todos salgan beneficiados, realmente son personas que luchan constantemente derribando todos los obstáculos que hay en el camino enfrentando riesgos, pero con una mente muy diferente a los demás que no habitan allá, puesto que son emprendedores y van por un objetivo común.
Pienso que el sector de la Pedregosa, comuna 18, a parte de que ya quedó claro el estigma que se tiene de él, es una parte histórica, alejada, de la ciudad de Cali. Y solo por el hecho de que ha formado parte de Cali mucho antes de la infraestructura que se tiene hoy en día, merece no solo respeto sino también aceptación y reconocimiento por parte de los caleños; porque esta no es la única zona de cali retirada que se ha dejado «acabar» por nosotros. Por otro lado, lo positivo aquí sería que por parte de la Universidad Javeriana y el Colegio Fe y Alegría de la Pedregosa, ha habido un reconocimiento a este sector olvidado, y además existe una zona de protección alrededor del río por parte del Colegio Fe y Alegría; asimismo, la Javeriana está brindando apoyo para lograr construír ese anhelado sendero ecológico que beneficiará a más de 2500 personas, y esto en sí ya es un logro para la zona, pues se está recuperando, paso a paso, la memoria histórica que tuvieron las primeras familias en los años 70, porque al final lo que quieren es eso, poder recuperar lo que les pertenece, una zona que no esté contaminada por la ciudad y por obras que se han hecho,a parte de las «intervenciones por los alcaldes», que la verdad solo han logrado ser imagen para que ellos queden bien posicionados. Entonces, la comuna quiere lograr revivir los momentos de compartir en familia al lado de un río que no sea peligroso, quieren que su zona, ya no sea vista como zona de riesgo sino como una parte más de las afueras de la ciudad que merece aceptación y cuidado.
Definitivamente no son un barrio, son un pueblo!
Un pueblo que unido quiere reescribir su historia, un pueblo que unido saca adelante lo mejor para sus niños, un pueblo que unido busca la respuesta del estado… Y lo más probable, es que sean un pueblo al que le debamos aprender.
El objetivo del proyecto «Sendero ecológico» plantea dos metas dirigidas a la integridad ambiental (recuperar la cuenta del Rio Melendez) y la integridad social (espacios de encuentro y sana convivencia). Reconozco que es un plan valioso para la Comuna 18 teniendo en cuenta que es una zona urbana y rural al mismo tiempo, sin embargo lo que logra impactarme a un nivel mayor es la unión de la población de esta comuna. Muchos años atrás, el chileno Sergio Ortega declaró que ‘el pueblo unido jamás será vencido’ y es común que entre nosotros usemos dicha frase repetidas veces, aconsejemos a alguien diciendo que «la unión hace la fuerza» o tal vez simplemente la usemos de frase de cajón para cumplir nuestro papel como hombres que conforman una ‘sociedad’. Ahí va la pregunta! Hasta qué punto la unión es socialmente una base de nuestra realidad? Para los habitantes de la Comuna 18 es fácil identificarse como unidos, pero que tanto para nosotros?
Estigmatizamos a una sociedad por estar ubicada en la ladera de nuestra ciudad? Por qué presenta altos indices de violencia? Si es por eso, lamento decir que en sectores centrales de nuestro perímetro urbano los indices no son exactamente merecedores de aplausos. Y para sorpresa nuestra, es una comuna mucho más unida que quizá la dos, en el norte, o la 19 del suroeste.
Será que nos debería molestar el hecho de que una zona estigmatizada sea capaz de luchar por un bien público cuando en los barrios residenciales de estratos del cuatro al seis abunda el individualismo y la falta de solidaridad colectiva?
El problema que se busca remediar con el sendero nos invita a mirar un poco más allá, nos deja descubrir que un dilema mayor se presenta en el interior de la ciudad cuando el concepto de lo ‘público’ parece tan lejano para quienes esperan vivir de lo que lo ‘privado’ les proporciona.
Como todo sector vulnerable la comuna 18 ha sido estigmatizada, más por su condición (que es únicamente resultado de la desigualdad en nuestro país, entre otras cosas) que por sus verdaderas circunstancias; ya es costumbre ver a los políticos en campaña visitando sitios «marginales» y hacer de ellos lo que les parezca, situación que es triste, pero más triste aún es ver como los habitantes, sobre todo niños y adultos mayores sufren a raíz de esto; además que la sociedad tienda a señalar a una comunidad por su estatus social es lamentable y muy común en Cali y en nuestro país. El hecho de no tener sitios de recreación es bastante preocupante, pues situaciones como la grave contaminación del río debieron haberse prevenido o al menos haber sido intervenido hace mucho tiempo. Ahora bien, en una comunidad como la de polvorines, tan descuidada por las principales instituciones del estado, este proyecto es una gran apertura a muchos otros que ojalá cuenten con el apoyo tanto de entidades públicas como privadas y que así poco a poco sectores con tanto capital humano y cultural puedan recuperar como lo dice el artículo no solo la infraestructura física sino también su memoria histórica.
“Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida”
— Proverbio Chino
Estas palabras sirven para ilustrar los objetivos del proyecto “Sendero Ecológico” que son realizar un plan de mejoría que sea relevante para la comunidad y sostenible en el tiempo. Concretamente, la construcción de un sendero ecológico parte de la necesidad expresada por la comunidad de recuperar su zona verde, rescatar su identidad como pueblo y adornar un trayecto indispensable para el tránsito de la Comuna 18. Además, como tiene relevancia social podría convertirse en, primero, una zona que dado su valor es cuidada por los mismos habitantes y, segundo, un puente para futuros proyectos. Con todo esto quiero decir que el “Sendero Ecológico” es la expresión de una necesidad no sólo instrumental (hacer agradable un trayecto) sino simbólica (cambiar la representación que se tiene de la ladera). En ese sentido el proyecto no es para la Comuna 18 sino de la Comuna 18.
Es gratificante saber que existen personas en nuestra ciudad con ese sentido de pertenencia, así deberíamos ser nosotros. No es fácil cambiar el pensamiento y opinión de la mayoría de gente sobre la “comuna 18”, sin embargo, estos proyectos son los que hacen posibles, cosas imposibles.
Qué ejemplo nos dan estas personas, que a pesar de sus dificultades y tropiezos siguen adelante con sus sueños, sueños que al mismo tiempo son necesidades. Es necesario que esta unión, de la Pontificia Universidad Javeriana, el sector de Pedregosa y sus líderes sea irrompible; el proyecto no puede caerse, ni dejarse a medias, no porque favorece a uno o al otro, es porque nos favorece a todos como ciudadanos caleños.
No cabe duda que este sendero seria provechoso tanto para las personas de la comuna como para el resto de ciudadanos, el sendero puede volverse un sitio turístico, un sitio repartidor de vida y recreación, lo que anteriormente era; y qué lástima que tengamos que hablar en pasado, pero si el trabajo de la comunidad y sus aliados es serio y permanente harán que sea un hecho presente y futuro.
Tuve la oportunidad de visitar el sector de polvorines y entre las cosas que pude observar y escuchar, recalco el trabajo y el sacrificio que tienen diariamente los habitantes del lugar.
Viví la experiencia personal de subir por el desecho y bajar por los escalones, terminé exhausta y me aterra imaginarme en el lugar de los niños realizando este mismo recorrido todos los días para ir a recibir educación.
Tal vez el hecho de haberme puesto en los zapatos de estas personas me convenció de que definitivamente es necesario el diseño y la construcción del sendero ecológico. La accesibilidad es un asunto prioritario y las condiciones para el transito son pésimas.
Además de esto, al sector se le suman otras limitaciones como lo es el no poder disfrutar del río Meléndez por el poco manejo de residuos sólidos y la falta de infraestructura para el saneamiento básico.
Es posible que las personas que consideran a la zona de la ladera como una zona roja, aún no se han dado la tarea de conocer realmente el sector, sus problemas y limitaciones.
Resulta muy fácil estigmatizar a estas personas desde la comodidad de nuestras vidas.
El sector de polvorines, comuna 18, ha pasado por muchas etapas, cada una con diferentes características. En sus inicios el territorio hacía parte de los ejidos, de nadie pero de todos, sin embargo, quienes tomaron poder del sector fueron aquellas personas que sufrieron las consecuencias de enfrentamientos en diferentes zonas del país (Nariño, Cauca, Antioquia) y llegaron allí en busca de una vida mejor.
A medida que el sector era poblado, se debían resolver problemáticas del momento, desde la convivencia, partiendo de la recepción de nuevas personas en el sector y el trabajo en minga, hasta necesidades comunes como los servicios públicos que se obtuvieron entre los años 1985 y 1990. Se vivió una época de limpieza social en la que se dieron de baja más de 200 jóvenes a lo largo de cuatro años, desde 1996 hasta el 2000, y como consecuencia de esto se generó desconfianza e inseguridad entre los miembros de la comunidad.
A pesar de esto, los líderes comunitarios han permanecido firmes en la lucha por la recuperación del territorio obteniendo logros significativos para el sector y la comunidad.
Actualmente, polvorines cuenta con dos escuelas: La Magdalena y Fe y Alegría La Pedregosa, tiene una biblioteca, un mirador, canchas de recreación y espacios de fomento cultural.
Aunque a partir del año 2000 se evidenciaba sobrepoblación en el sector, trayendo consigo consecuencias que es necesario atender actualmente, este poco a poco se ha levantado y ha llegado al punto de ser un lugar del que muchos se sienten orgullosos pertenecer.
Hoy es necesario trabajar en pro de recuperar la naturaleza propia de la comuna 18, esto refiriéndose al río Meléndez y la vegetación que lo rodea, así como al sendero que conecta la escuela de Fe y Alegría con el resto del sector. A diario, alrededor de 2500 personas se movilizan por estos caminos, y aunque se crea normal, es necesario intervenirlos de tal modo que sea más digno, agradable y cómodo recorrerlos. Además, y por qué no, convertir la zona en un atractivo turístico significativo de la ciudad de Cali, debido a que la riqueza natural, el paisaje y el clima son características que deberían enorgullecer a cualquier caleño.
Polvorines puede ser catalogado por muchos como una zona roja o de alta peligrosidad para determinadas personas, en contraste, para quienes llegan al lugar con el único fin de apoyar y aportar positivamente a la comunidad su presencia siempre va a ser bienvenida.
Creo que es necesario trabajar, no solo para recuperar los espacios naturales del sector y la memoria cultural de la comunidad sino también diseñar una estrategia que permita transmitir a las futuras generaciones la mejor forma de preservación de ambos aspectos para así evitar futuros inconvenientes en torno a estos.
La comuna 18, ha trabajado fuertemente por dejar de ser un barrio estigmatizado de la ciudad de Cali, debido a que es una población que ha tenido que empezar desde cero para lograr lo que hoy en día tienen.Los habitantes del sector son en su mayoría desplazados de los campos que han venido a buscar «un mejor futuro» en la ciudad. Su lucha por una vida digna se ve relajada en los avances de desarrollo que aunque pocos son significativos para la comunidad.
El trabajo colectivo de la comunidad (mingas) como uno de los espacios más importantes de integración, debido que las mingas unen a diversos sectores de la comunidad para la construcción de proyectos de desarrollo como la escuela La Pedregosa.
Al observar que la ayuda por parte del gobierno municipal no era suficiente, la comuna 18 decide plantear iniciativas de progreso para la comunidad. El sendero ecológico es una de estas iniciativas el cual se planea hacer con ayuda de la fundación Fe y Alegría y la Pontificia universidad Javeriana de Cali. Con el fin de tener un espacio de atracción turística y además para recuperar el sitio de recreación de las familias del la comuna que es el río Meléndez.
El principal objetivo de mejorar el «desecho» como comúnmente lo llaman, no se basa únicamente en que se vuelva un sendero, sino que a partir de los espacios que se creen para hablar sobre el sendero se haga una reconstrucción de la memoria colectiva.
El trabajo de la comunidad aún no termina, pues buscan que en un futuro puedan tener agua potable (que es un derecho constitucional) para todas las zonas que hacen parte de la comuna, proyecto que se empezó desde 1996 con la reforma de agua potable para los polvorines, pero que aún no ha llegado a todas las zonas del sector.
La construcción de la biblioteca Polvorines y espacios culturales para la danza, son proyectos en proceso.
Al vivir lo que ocurre en la comuna 18, es evidente que las personas de estos 14 barrios trabajan duro para dejar de ser ‘’un barrio estigmatizado´´ y lograr grandes cosas, ya que ellos desde un principio se reunieron como un pueblo, como menciona Margarita Sánchez y no como un barrio para trabajar en la construcción del colegio Magdalena Ortega de Nariño hasta dos veces, y ahora su sueño es tener un sendero ecológico.
En mi opinión, las personas de esta comuna han tenido las fuerzas para construir ya dos veces un colegio, en el año 1996 pudieron tener agua potable, demostrando que ellos si son capaces, y ahora está más que claro que si son capaces de construir un sendero ecológico. Pero a pesar del potencial que tienen las personas de esta comuna, los que no vivimos el día a día con ellos, tenemos la visión de que es una zona roja.
Considero que el artículo “No somos un barrio, somos un pueblo” es un aporte justo y necesario, debido a que la mayoría de las veces no nos tomamos el tiempo para observar detenidamente un contexto y decidimos “hablar con propiedad” sobre un tema del que no tenemos conocimiento alguno. Juzgamos sin ponernos en la posición de las otras personas. Pero, el pasado martes 24 de febrero tuve la oportunidad de acercarme a esa comunidad a través de uno de sus líderes Cesar Augusto Álzate y logre escuchar un poco de su trayectoria, sus vivencias, historias y problemáticas. Él nos explicaba que día a día tenían que sobreponerse a una cantidad innumerable de problemas, desde inconvenientes con el acueducto y alcantarillado hasta lidiar con el afán de conseguir un colegio para sus hijos.
Pero una de las cosas que me llamo más la atención era la calidad de gente, los valores y el amor con el que hablaba de su comunidad, como si fuera una hermandad ,una familia. Esto me puso a pensar, porque para nosotros tratarnos como iguales es complicado, porque nuestro ego nos impide ayudarnos desinteresadamente y porque nosotros que “lo tenemos todo” lastimosamente no pensamos en conjunto, no somos un equipo ni creemos en el bien común.
También me llamó la atención el positivismo, la fe, las ganas y la propiedad con la que Cesar Augusto se expresaba. Era impresionante como creía en su “pueblo” y en el cambio.
Pero son este tipo de cosas que nosotros desde la comodidad de nuestros hogares nunca tendríamos presente. Como era posible que estas personas que viven con lo mínimo fueran tan agradecidas, positivas, felices y tuvieran esa esperanza. Ahí me cuestione internamente. Nosotros que no nos falta nada vivimos en una casa firme, tenemos una familia, alimentación diaria y además podemos estudiar en una excelente universidad, nosotros que nos quejamos por una cantidad de problemas superficiales, nosotros que juzgamos sin conocer, criticamos sin experimentar y además no agradecemos lo que nos dan.
pienso que antes de juzgar a una comunidad así, tenemos que empezar a cuestionarnos y ver realmente lo que es importante, dejar los dogmas, dejar la superficialidad y la intolerancia, considero que nos falta aprender de esta comunidad, aprender lo que realmente es importante, aprender a valorar, agradecer y ayudar sin esperar algo a cambio. Dejar de ser tan individualistas y aventajados y pensar en soluciones, alternativas, preocuparnos menos por criticar y empezar a ayudar en lo que seamos capaces, en lo que podamos y hacerlo sin esperar algo a cambio.
Finalmente, yo creo que esta comunidad debería ser un ejemplo para todos aquellos que no sabemos valorar las cosas, para los que nos quejamos por nimiedades y para los que nos ponemos límites. Pienso que esta como muchas otras comunidades no deben ser dogmatizadas y juzgadas porque ellos si saben sobreponerse problemas reales y tangibles.
Considero que es de gran importancia que se resalten los aspectos positivos que tiene la comunidad 18 de la ciudad, debido a que muchas de las noticias publicadas son sobre aspectos negativos. Asimismo, pienso que es importante conocer que las personas de esta zona de Cali tienen metas y sueños que se han preocupado por cumplir a pesar de la poca ayuda que han recibido. También, creo que la preocupación que tienen los habitantes del sector por cuidar el medio ambiente y recuperar el espacio de recreación que tenían antes es muy significativo, por lo que la idea de recuperar la limpieza del agua del río y el arreglo del sendero ecológico son acciones trascendentales para la comunidad. La reforma del sendero ecológico beneficiaría a toda la comuna ya que gran cantidad de personas transitan por este lugar al día.
«No somos un barrio, somos un pueblo». Desde los comienzos la comunidad se han centrado en ayudar a los demás, ayudar la vivencia de todos para un mejorar la ladera. Este es el punto clave que existe en la comuna 18.
He tenido la oportunidad de estar en la ladera y me he dado cuenta que este lema siempre es lo primordial para los ciudadanos de la zona, esto ha pasado de generación en generación.
Los lideres de la comuna, Margarita Sánchez y César Augusto Alzate en este momento están trabajando en el proyecto «Sendero Ecológico», donde su objetivo es dejar el verde de la zona y hacer que la comunidad se apropie de la actividad, ya que este sendero ayuda a todos los de la comunidad al fácil acceso al colegio fe y alegría.
“No somos un barrio, somos un pueblo” realmente ver los toros desde la barrera es muy diferente que lanzarse al ruedo. Este artículo es la experiencia de haber compartido el sentir de este pueblo. Pueblo porque allí se ha construido una linda historia de vida. Esta historia ha sido tejida con la experiencia particular de cada uno de sus habitantes que la hace única, particular y especial. Especial porque las historias que la tejen no están aisladas la una de la otra, sino que se entretejen y tienen en común es un sentir colectivo, una identidad, lo que les permite decir con mucho orgullo “No somos un barrio, somos un pueblo”. Pueblo que está dispuesto a luchar por recuperar aquello que se ha ido perdiendo con el pasar del tiempo. Lo que han ido perdiendo no es porque ellos hayan intervenido para que esto se diera, no, sino que la creencia de progreso de unos pocos termina destruyendo, dañando o afectando incluso la vida del otro. Así, lo que para unos puede generar ganancia económica, termina siendo una perdida mucho más profunda, que supera el aspecto monetario. Yes que lo monetario no lo es todo en la vida, porque la identidad de este pueblo, sus relaciones fraternas, la historia de vida que se había construido alrededor de la ladera del rio no tiene ningún precio. No hay dinero que pueda pagar la pérdida de esos domingos en familia, el compartir con los vecinos, el disfrutar de las aguas cristalinas del rio, la integración familiar, cada uno de estos aspectos que hay añoran con tanta nostalgia.
Nostalgia que hoy en día los está impulsando a recuperar todas estas añoranzas, y que gracias al trabajo colectivo entre líderes e instituciones educativas ya no será solo un sueño sino que es una realidad. Realidad que se trabaja con el esfuerzo de todos, por recuperar la memoria colectiva. Esa memoria que también reclama el que se les vea de una manera diferente y sin estigmatización, de que ya no sea vistos como esa zona roja sino que al recuperar su memoria e identidad puedan seguir diciendo con orgullo “No somos un barrio, somos un pueblo” realmente ver los toros desde la barrera es muy diferente que lanzarse al ruedo. Este artículo es la experiencia de haber compartido el sentir de este pueblo. Pueblo porque allí se ha construido una linda historia de vida. Esta historia ha sido tejida con la experiencia particular de cada uno de sus habitantes que la hace única, particular y especial. Especial porque las historias que la tejen no están aisladas la una de la otra, sino que se entretejen y tienen en común es un sentir colectivo, una identidad, lo que les permite decir con mucho orgullo “No somos un barrio, somos un pueblo”. En fin, visitar esta zona fue una oportunidad de conocer, reflexionar e involucrarse en una realidad que antes veía desde la barrera, pero que hoy incluso es una oportunidad para lanzarme al ruedo y hacer algo, más que allá de ser una simple espectadora.
La realidad de muchas esferas sociales divergentes es la misma: juntas, chocan. La situación de ladera muestra entonces una situación en la que a mi parecer no existe un problema de manejo de recursos naturales, sino de apropiación del territorio. Existen comunidades con distintos contextos sociales que los ha obligado por diversas razones a asentarse, como lo dice el artículo, en el territorio de ladera. La no conciencia acerca de lo que significa un territorio para sí supone entonces una despreocupación por el bienestar de éste.
En ese sentido creo que lo que hay que rescatar en primer lugar es la iniciativa de un colectivo de la comunidad por cuidar su entorno. Sin dicha iniciativa no sería posible tener una base firme en la protección de un entorno. Lo que vendría luego es gestionar una estrategia en la que realmente se genere una cultura ciudadana, o si se reconocen como pueblo, una cultura del pueblo que se fortalezca en prácticas de cuidado y protección del entorno, mismo que es el territorio donde ellos y sus familias habitan y encuentran refugio. Solo así es posible encaminar a la comunidad de ladera a un escenario previo al actual, en el que se disfrutaba de la cancha de fútbol y se podía recolectar frutos que se daban de forma silvestre.
La historia de la comuna 18, más que la historia de una comunidad, es el reflejo de la historia de 50 años de conflicto armado. El desplazamiento forzado de las comunidades de las zonas rurales a los límites de las hostiles ciudades es el inicio de miles de historias como la de la comuna 18. La historia de una «invasión», la historia de los «invasores» que fueron primero despojados de sus tierras y de su arraigo y se vieron obligados a lo que descaradamente llamamos «invadir», pasa completamente desapercibida a los ojos de los atareados habitantes de las furiosas y cada vez más impermeables ciudades colombianas.
Pero más que una comunidad que habita la zona de la ladera, los habitantes de la Pedregosa son los portadores de una valiosa herencia que pronto no solo pasará desapercibida sino que desaparecerá detrás de la cortina de la polución. El inmenso e incalculable valor de la pureza del agua, la importancia del contacto cotidiano con la naturaleza, son conocimientos que solo comunidades como la de la comuna 18 son capaces de comprender. Nosotros, que solo abrimos un grifo para tener agua y suponemos que el agua llega ahí por obra y gracia del Espíritu Santo; nosotros, que compramos frutas en el supermercado y damos dinero por eso que puede caer de los árboles; nosotros, que vamos a la piscina a tomar el sol desconociendo la existencia del río; nosotros somos quienes tenemos el deber de romper nuestra burbuja y aprender de quienes guardan la sabiduría de la tierra.
Es sumamente valiosa la labor de apoyar la iniciativa del sendero ecológico; pero más valioso aún es lo que podamos aprender de eso. Valioso es poder traer a las ciudades la inmensa sabiduría que está a solo diez minutos de distancia pero a décadas de ideología «progresista». Valioso es poder aprender de aquellos que nos recuerdan que este país es nuestra casa y que aún así son llamados «invasores».
Para construir una comunidad es necesario que empecemos por identificar la grandeza de nuestro país. Como colombianos que somos es casi que una obligación velar por los intereses colectivos y remar en la dirección correcta que nos permita cumplirlos. El proyecto “Sendero Ecológico” tiene como finalidad permitir a los habitantes de la Comuna 18 revivir los momentos en los que centenares de familias podían conectarse y disfrutar de la naturaleza. Con iniciativas como estas hoy damos un paso más en busca de la igualdad de derechos, de oportunidades y de calidad de vida. Lejos parece quedar ya una visión individual que despersonaliza y evade la problemática social que viven día a día las zonas más desfavorecidas de nuestra ciudad.
Como seres humanos que somos debemos comprometernos con los sueños y las metas que nos fijamos como nación. Aunque a menor escala, la construcción de espacios de recreación en la Comuna 18 es un gran avance hacia el bienestar y el futuro de sus habitantes. Con cada escalera que se construye ellos suben un peldaño más hacia la recuperación de su identidad y refuerzan el sentido de comunidad en el sector (“no somos un barrio, somos un pueblo”). Tenemos, también, la posibilidad de luchar contra la desesperanza y la exclusión colectiva que nos oprime a los ciudadanos día tras día.
Con el proyecto “Sendero Ecológico” se abren miles de puertas que nos invita a creer que un mundo diferente es posible para todos aquellos que ya han perdido la esperanza en el sistema. Se trata de comprometernos con el cambio, de eliminar barreras sociales y de buscar un beneficio común. Lo más interesante de este tipo de iniciativas, es que nos ofrecen la posibilidad de ser partícipes de una realidad que, en muchos, se esconde tras de sí misma.
La comuna 18, es una ladera de la ciudad de Cali que ha sido estigmatizada debido a los prejuicios que se generan de que es un lugar donde únicamente hay peligro. Al tener la oportunidad de ir a este lugar y poder compartir con sus habitantes y hablar con el señor César Augusto Alzate, uno de sus líderes, pude darme cuenta de que son personas que continuamente luchan por su territorio y para que las ideas que se generen en la junta de acción comunal pueden ser de beneficio para todos los habitantes de esta ladera, pues de esta manera se evita que haya conflictos y se pueda mejorar su calidad de vida.
Actualmente el proyecto del “sendero ecológico” les da la esperanza de poder revivir los momentos agradables que pasaban en el río antes de todos los sucesos que han atravesado y la oportunidad de que sea un espacio en el que se pueda suplir el cansancio que generan las 300 escalas que permiten gran parte de la movilización en la comunidad.
Es increíble que se llegue a pensar de que por el solo hecho de que el «pueblo la pedregosa » ( como lo expresa Margarita Sánchez ) este ubicado en una zona escondida se piense que sus habitantes sean groseros, alborotadores, tropeleros, ladrones etc, o por otro lado se piense que todo es pobre y su infraestructura esta casi que por el piso, pues como les parece que es todo lo contrario este lugar es lleno de gente humilde y trabajadora, es el hogar de la señora que nos lleva el tinto al puesto, del chofer del bus y probablemente del obrero que construyo la casa donde vivimos. En cuanto a los recursos naturales, la comuna 18 es muy rica, como el río Melendez, arboles de toda clase que seguramente llevan ahí cientos de años y una cantidad de animales que solo se ven en ese lugar.
Al haber tanto espacio verde, se cuenta con una cancha de fútbol donde todos los integrantes del pueblo pueden jugar e incluso hay academia. Se planea para el futuro la construcción de un sendero ecológico
para que la gente del barrio tenga más comodidad al subir y bajar una loma de 300 escalones y de igual forma llamar la atención de gente de afuera para que vayan y conozcan el lugar ya que es abierto.
Hablando de la educación, la gente del pueblo, con ayuda de la Universidad Javeriana están formando jóvenes para un mejor futuro tanto para el mismo barrio como para ellos, este colegio se llama Fe y alegría de la pedregosa.
Para los que no hayan tenido la oportunidad de visitar el barrio la pedregosa en la comuna 18 , los invito a que vayan cualquier día y vean el potencial de todo el lugar y su gente. Tambien parq ue se enteren de la historia de como este barrio llega a considerarse un pueblo y que mejor manera de que ellos mismos se lo cuenten.
En primera instancia, mi intención no es la de tapar el sol con un dedo y expresar que en Polvorines no existe violencia. En cualquier parte de la ciudad, del país o incluso del mundo, estamos constantemente expuestos a peligros de corrupción, coacción y violencia. A pesar de la inseguridad eminente, la gente que vive en las laderas proviene de otros departamentos aledaños y suelen ser personas pasivas, trabajadoras, amigables y sin mayores inconvenientes. Me llamó la atención el hecho de que los niños del sector son felices con lo que tienen y están acostumbrados a subir y bajar diariamente alrededor de más de 300 escaleras para llegar al Colegio de Fe y Alegría.
Por otra parte, en el artículo se menciona que el hecho de ascender y descender cotidianamente, se ha convertido en una especie de ritual, lo cual se puede vincular al deseo de acondicionar la zona del río para la recreación de la comunidad y reencontrarse con las tradiciones de sus antepasados, aspecto que es de gran importancia para ellos.
En conclusión, la Comuna 18 es un sector que presenta intereses exponenciales en avanzar, superarse y crecer como sociedad. Cada niño que diariamente atraviesa las escaleras desafiando incluso el clima, es un futuro adulto que sacará adelante a su comunidad y querrá preservar sus tradiciones más arraigadas.
Es increíble que se llegue a pensar de que por el solo hecho de que el “pueblo la pedregosa ” ( como lo expresa Margarita Sánchez ) esté ubicado en una zona escondida se piense que sus habitantes sean groseros, alborotadores, tropeleros, ladrones etc, o por otro lado se piense que todo es pobre y su infraestructura está casi que por el piso, pues como les parece que es todo lo contrario este lugar es lleno de gente humilde y trabajadora, es el hogar de la señora que nos lleva el tinto al puesto, del chofer del bus y probablemente del obrero que construyo la casa donde vivimos. En cuanto a los recursos naturales, la comuna 18 es muy rica, como el río Meléndez, arboles de toda clase que seguramente llevan ahí cientos de años y una cantidad de animales que solo se ven en ese lugar.
Al haber tanto espacio verde, se cuenta con una cancha de fútbol donde todos los integrantes del pueblo pueden jugar e incluso hay academia. Se planea para el futuro la construcción de un sendero ecológico
para que la gente del barrio tenga más comodidad al subir y bajar una loma de 300 escalones y de igual forma llamar la atención de gente de afuera para que vayan y conozcan el lugar ya que es abierto.
Hablando de la educación, la gente del pueblo, con ayuda de la Universidad Javeriana están formando jóvenes para un mejor futuro tanto para el mismo barrio como para ellos, este colegio se llama Fe y alegría de la pedregosa.
Para los que no hayan tenido la oportunidad de visitar el barrio la pedregosa en la comuna 18, los invito a que vayan cualquier día y vean el potencial de todo el lugar y su gente. También para que se enteren de la historia de cómo este barrio llega a considerarse un pueblo y que mejor manera de que ellos mismos se lo cuenten.
La comuna 18 es un lugar con mucha historia y aspectos positivos no solo a nivel histórico si no también su naturaleza, sus senderos, arboles, ríos y mucha zona verde que se ha desvalorizado lamentablemente. Este lugar necesita ser rescatado por los ciudadanos ya que hace parte de nuestra ciudad y solo por estar ubicado en esta zona no quiere decir que debe echarse a un lado y abandonar la idea de recuperar los grandes recursos que tiene esta comuna. Muchas personas no se toman la oportunidad de conocer este tipo de sitios porque piensan que son peligrosos o que corren algún riesgo al ir, por el contrario, es cuestión de conocer y darse cuenta de las cosas tan buenas que tenemos a nuestro alcance y no aprovechamos. Por otro lado, es muy similar al caso que vivimos en Colombia a nivel mundial, cuando viajamos a otro País en los aeropuertos e incluso los extranjeros tienen estigmatizados a los colombianos en un mal concepto y muchas veces son discriminados sin conocer realmente nuestra cultura.