marzo 14, 2025

El desempleo duele (y otras trivialidades)

Foto cortesía de FreePik

Por Camilo Ospina Rodríguez – CBN

Hace poco conversaba con una amiga de lo incierto que se vislumbra el futuro. Claro que así expresado el tema es algo trivial, porque la cualidad del futuro es ser incierto. En todo caso, lo que a ella le preocupa no es tanto esa obviedad. Más bien, le preocupa el que después de luchar por dos carreras tanto ella como yo nos encontramos en situaciones en las que no parece posible empezar a trabajar en aquello que estudiamos, en aquello en lo que se invirtió tiempo y dinero, y en aquello que en últimas nos llena el corazón.

Diría que lo que he descrito es una preocupación generacional (pero podría equivocarme, porque siempre hay lugar para la excepción). ¿Qué decir al respecto? O, mejor, ¿qué podríamos decir que fuera significativo? Por un lado, las generaciones más viejas están muy ocupadas con el coaching, la pensión y diciendo que somos una “generación de cristal”. Por otro lado, las generaciones más jóvenes ni siquiera están preocupadas por el futuro, en parte porque todavía carecen del desarrollo cognitivo suficiente y en parte porque en la inocencia está la felicidad. Esto nos deja con la conclusión de que estamos por nuestra cuenta, que el único consuelo posible está en nosotros mismos o que carece de sentido construir una brújula ante la ausencia de norte.

Las opciones son bien conocidas. Emprender (ojalá con mucha plata), abrir un OnlyFans, venderle el alma a un call center, montarse la película con la industria WebCam o abrazar el desempleo. Pero, como decía Paula, «el desempleo duele». Lo peor es que duele más que no poder trabajar en lo que quisiéramos trabajar, porque una cosa es no cumplir un sueño y otra cosa es no tener para comer. Y aunque haya gente que se indigne, la verdad es la siguiente: estamos en un punto de la historia humana en la que el dinero, si bien no es suficiente para realizarse como persona, ¡sin duda es necesario!

Lo único significativo que podría decir frente a ese panorama es que siempre existe la posibilidad de que estemos sobredimensionando la importancia del trabajo para realizarnos como personas. Pero, ¿cómo no hacerlo? ¡Fuimos la generación que creció escuchando «haz lo que amas y no tendrás que trabajar un solo día»! ¡La misma generación que vio nacer a los youtubers y a los influencers! ¡Por supuesto que nos íbamos a creer el cuento!

Sin embargo, la vida no es así, porque trabajar, en lo que sea, implica esfuerzo y atención; porque producir un video implica horas de escritura y montaje; porque, sin importar lo significativas que sean nuestras acciones para nosotros mismos, siempre necesitaremos descanso. Entonces, como en los cuentos infantiles, salimos del castillo con diamantes y, a mitad de camino, nos dimos cuenta de que eran puro carbón.