Por Natalia Moreno Roldán
Especial para CBN
Guillermo Moreno Rumié nació hace 67 años en Cali. Hijo de una familia tradicional, tuvo por padre a un laureado jurista que además de Magistrado de la Corte Suprema de Justicia de Colombia, fue Gobernador del Chocó, escritor, rector y profesor universitario.
Su madre, con ancestros sirios y férreo carácter, crió una familia feliz de cinco hijos, en su casa ubicada en el corazón deportivo de la ciudad, entre el Estadio Pascual Guerrero y el Coliseo Evangelista Mora. Desde su primera infancia, su padre lo llevaba a ver competencias deportivas, de manera que el niño pidió su primera pelota naranja y comenzó a driblar día y noche hasta el cansancio. Aún hoy, debajo de su cama, reposan varias esféricas, testigos de más de 50 años de vida dedicados al deporte de la cesta y el balón.
Se sienta frente a mí y observo su cabeza blanca de canas y su cuerpo de deportista que conserva gracias a los seis kilómetros que corre a diario. Comenzamos la entrevista escuchando un marcado acento caleño en su voz. Lo imito y le digo: Mirá, vé, contános un poco de tu historia y amor por el baloncesto. Ya en serio:
Háblenos de su experiencia inicial como jugador de baloncesto.
Mi experiencia como jugador fue muy gratificante. Dentro de los sueños que tenía estaba cumplir con unos objetivos que me propuse y que escribía durante mi época de estudiante. Primero formé parte del equipo del colegio San Luis Gonzaga en Cali y del colegio de Cristo en Manizales en el cual terminé mi bachillerato; luego entré a la selección Valle y después a la selección Colombia.
Conseguí una beca para estudiar en Estados Unidos en la Morgan State University y allá jugué en una liga menor, no llegué a ser de la NBA como quería, pero participé como jugador en un equipo del país que es la potencia más grande del básquet en el mundo. Felizmente todas esas metas las cumplí. Luego hice parte de campeonatos de la liga Colombiana y fui jugador de la selección Colombia hasta 1986. También formé parte de la liga de Venezuela durante dos veranos mientras estudiaba en Estados Unidos.”
Los números de Moreno Rumié: Ha dirigido a Piratas de Bogotá, Leones de Nariño, Paisas de Antioquia, Sabios de Caldas, Indervalle, y Cañoneros de Cúcuta. Dos títulos del Suramericano Femenino de Mayores, la clasificación al Campeonato Mundial Femenino U17 en Minsk (Bielorrusia) y cuarenta títulos en competencias del orden nacional (Fuente: Wikipedia)
¿Cómo fue la transición de jugador a entrenador?
“Siempre tuve en mente ser entrenador. El rector del colegio me ofreció dirigir el equipo del plantel cuando tenía 15 años; así comencé a entrenar niños de 10 a 12 años. Ganamos el intercolegiado que en esa época era un torneo muy importante, otra cosa completamente diferente a lo que vemos hoy. El Coliseo Evangelista Mora a reventar de público. Numerosas barras de jóvenes apoyando a sus equipos. Sentí que eso era lo mío, bien como entrenador de baloncesto o profesor de educación física.
El paso de ser jugador a director técnico es un poco difícil. Uno no deja de ser jugador hasta que logra aterrizar. Dicen que el 95 % de las cosas se aprenden viéndolas, yo podía mostrarles a mis deportistas cómo y cuándo se podía a hacer, para mí era fácil hacer esas demostraciones por mi trayectoria como jugador.
Una vez obtuve mi grado en Educación Física, Recreación y Deporte en el año 1977 en USA, llegué a trabajar al Valle del Cauca con dos objetivos: mejorar la categoría junior de la liga como entrenador y seguir jugando con el equipo de mayores. En el año 1979 el único coach nombrado era yo, guiaba a todas las categorías, excepto en la que yo jugaba. Eso me ayudó mucho y me abrió los ojos sobre la necesidad de capacitarme para no quedarme atrás en las nuevas metodologías. Afortunadamente todos los años pude hacer capacitaciones en Estados Unidos, yendo a clínicas, cursos especiales y viendo vídeos; viajé desde el año 1980 hasta el 2008, sin interrupción, pasaba casi 5 o 6 semanas en profesionalización trayendo nuevos conocimientos a Colombia.
En 1984 logramos que la selección Colombia femenina de mayores fuera campeona suramericana derrotando a Brasil, el archi-favorito de siempre. Entonces tuve un reconocimiento internacional. Trabajé como entrenador de la Selección Colombia en todas las categorías, femenina y masculina hasta 2007. En 2016 me reintegré y aquí sigo hasta la fecha.”
¿Por qué se acostumbró a escribir sus conocimientos y planes de entrenamiento de un modo tan detallado y riguroso?
“En la década del 70 llegaron a Colombia entrenadores de los llamados Cuerpos de Paz de Estados Unidos. Los seguía a todas partes para captar su método de trabajo y veía que ellos escribían sus planes de entrenamiento, eso me llamó la atención. Desde ahí, pensé: si ellos lo escriben y son los mejores, yo haré lo mismo. Yo ponía todas las observaciones en el papel, permite hacer seguimiento muy meticuloso y muy estricto, como jugador y entrenador. Aún hoy lo hago.”
En 2018 fue Director Técnico del equipo femenino en el Mundial de Bielorrusia. ¿Qué significó esto para el baloncesto de Colombia?
Fue un logro histórico por tratarse de la primera clasificación de un equipo colombiano a un mundial de baloncesto por derecho propio, estábamos entre los 16 mejores equipos del mundo, como nunca antes. De ese grupo que llevé a Bielorrusia, 7 jugadoras se engancharon en otro pre-mundial y clasificaron a otro mundial en Tailandia. El equipo femenino ha podido clasificar por derecho propio a dos mundiales.”
¿Por qué ha continuado con el baloncesto a pesar de las dificultades de este deporte en el país?
“Esto es como un apostolado, una pasión, un regalo de Dios. La gratificación viene por lo que uno entrega. Nunca ha pasado por mi cabeza dejarlo a pesar de los momentos tormentosos. Cada vez encuentro nuevos retos. No se puede vivir con la gloria del pasado, debo estar actualizándome y seguir sirviendo.”
¿Cómo describiría el momento actual del baloncesto en Colombia?
“El momento actual es bastante insípido. No se ve ningún cambio, todo sigue igual, ni mejor ni peor. Los logros son esporádicos, hablo del baloncesto femenino, donde viene una buena camada y pueden mantenerse juntas. Para el masculino es más difícil, los buenos jugadores se van a jugar a Estados Unidos y se dificulta traerlos incluso para que jueguen en la selección. No existe liga profesional. Para estabilizar un básquet de alto rendimiento debemos tener una liga que dure lo mismo que las otras buenas de Suramérica como Brasil, Chile, Argentina y en otro tiempo, Venezuela. No hay patrocinadores en el empresariado colombiano. Si los jugadores en formación, de 12 a 18 años, no ven para dónde pueden avanzar, entonces se preguntan: “¿yo para qué juego básquet?”, y hasta ahí llegan, a diferencia del fútbol que vive su mejor momento en formación, apoyo, mercadeo y posicionamiento de jugadores y equipos a nivel internacional.
¿Qué le recomendaría a la dirigencia deportiva?
“Ellos saben la problemática, nos toca salir ‘totuma en mano’. Si no hay quien financie los campeonatos, no hay avances. Solo nos concentramos los últimos 10 días, si acaso, porque económicamente no hay más posibilidades; lo ideal sería hacer 4 o 5 micro-ciclos para llegar en óptimas condiciones al torneo, cosa que sí hacen los demás países del área. Si no se realizan 30 entrenamientos antes del evento oficial, no hay garantías de que los jugadores sepan qué, cómo y por qué tienen que jugar, llegamos confiando en que el talento deportivo de los jugadores aparezca.”
¿Cuál cree que será su legado más importante al baloncesto nacional?
“Mi legado será haber entregado lo mejor de mí tanto a jóvenes y niños como experiencia y conocimiento a los colegas. A veces me pregunto: ¿Será que yo nací en el país equivocado?, si hubiera estado en otro país con mejores condiciones para el básquet las cosas serían distintas. De todas maneras queda la satisfacción de dar, dejar una huella, que se sepa que uno hizo las cosas de la mejor manera. Que me grite cualquiera en la calle: ‘profe, gracias’, ya es suficiente. Tengo muchos amigos y un nombre respetable”.
El equipo de baloncesto masculino del Valle del Cauca acaba de regresar de los Juegos Deportivos Nacionales Bolívar 2019, luego de coronarse campeón. ¿Cuál fue la fórmula mágica en esta oportunidad?
“Aquí no hay magia. Se resume en tres palabras: entreno, entreno, entreno. Preparábamos cada partido y hacíamos un estudio amplio de los rivales antes de cada encuentro. Debimos hacer ajustes para enfrentar las condiciones de la cancha que no estaba bien para desarrollar la parte técnica-táctica. El equipo estuvo conformado por jóvenes entre los 19 y 20 años, la mayoría de ellos nacidos en el Valle y unos pocos de otros departamentos pero criados en esta región. Fueron casi dos años y medio trabajando para crear una sólida base de jugadores.”
¿Cómo ve su futuro como entrenador en Colombia?
“Ahora sé muchísimo más de lo que sabía hace 10, 20 o 30 años atrás. Ya no tengo que experimentar, ya sé qué sirve y qué no. Vamos a ver hasta cuándo me dejan seguir, después de cierta edad la creencia general es que el director técnico está desactualizado y no se dan cuenta de que entre la experiencia y el kilometraje son garantía de mayores aportes. Yo moriré siendo entrenador, de una u otra manera.”
De repente, lo veo nervioso mirando el reloj y desde su celular, pone a sonar una canción de Juan Luis Guerra: “Como abeja al panal”. “Voy a subirla a Facebook para que la gente oiga buena música”, comenta. Sus 5000 contactos en esa red social, leen sus comentarios sobre aquel deporte amado, los cuales titula “Pensando y reflexionando sobre Basketball”; son una fuente de conocimiento e inspiración para sus seguidores y toda la familia del baloncesto. Me doy cuenta de que por ahora hemos terminado. Seguiremos las nuevas jugadas del mejor entrenador de baloncesto de Colombia.