Doris Hinestroza, un esfuerzo que vale la pena

Foto Agencia de Noticias Univalle

La profesora realizó toda su carrera docente en la Universidad del Valle donde enseñó durante cuarenta años. Era ampliamente apreciada por su labor docente, su amor por las matemáticas y la investigación en esta área del conocimiento.

Como un homenaje a la profesora que partió hoy, la Dirección de Comunicaciones publica una reseña escrita en 1992 por el periodista Jairo Canaval Erazo, sobre la docente a su llegada de Estados Unidos donde realizó su doctorado en Matemáticas en la Universidad de Cincinnati.

Doris Hinestroza, un esfuerzo que vale la pena

Desde temprana edad supo que llegaría muy lejos. Gracias a su tenacidad y empuje, Doris Hinestroza logró culminar su doctorado en matemáticas.

Doris Hinestroza Gutiérrez es una de las pocas colombianas, y tal vez la única en el Valle del Cauca, que ha realizado estudios de doctorado en matemáticas. Para lograrlo, tuvo que hacer mil y una peripecias, incluso pedir permiso a las profesoras de su hija de ocho años para llevarla a clases de variable compleja.

Estudiar un doctorado en la Universidad de Cincinnati, en Estado Unidos, no fue fácil. De hecho, para ella nada ha sido fácil, ni siquiera cursar su primaria. Por eso, recordar su infancia le produce nostalgia, porque ésta fue muy ardua.

Sus primeros años los vivió en una casa de cartón y guadua, en el asentamiento subnormal, la isla de Cali. Siempre le gustó estudiar y lo hizo en contra del querer de su padre, quien en un principio argumentaba que el estudio para las mujeres era un gasto inoficioso.

Cuando pasó el examen de admisión en el Colegio Santa Cecilia de Cali, su madre hizo una colecta pública en el vecindario, para pagar la matrícula. Estudiar Bachillerato, en tan precarias condiciones económicas la convirtió en una especie de modelo para sus vecinos. En estos tiempos, 1966, lo usual era que los jóvenes del barrio solo cursarán uno o dos años de primaria. En el colegio siempre fue de las mejores estudiantes y por ello se ganó una beca, a pesar de que en ese entonces nunca tuvo para comprar un libro.

Su condición económica fue tan precaria que, cuando cursaba quinto de bachillerato, la profesora de francés solicitó a los alumnos sacar el libro, pero Doris Hinestroza sacó el cuaderno, lo cual sorprendió a la profesora que minutos después supo que su alumna había transcrito todo el libro de francés en su cuaderno, porque no tenía recursos para comprar el libro.

A diferencia de cualquier adolescente, ella sufría cuando llegaba diciembre o había fiesta, porque solían invitarla y como no tenía ropa adecuada, se cohibía de asistir y tenía que buscar excusas para quedarse en casa y no pasar por engreída.
Al terminar el bachillerato, sus profesores le aconsejaban que no estudiara matemáticas “porque esa era una profesión poco lucrativa y que con sus capacidades era mejor que se dedicara a otra cosa”. Luego, uno de sus profesores le ayudó para conseguir un trabajo.

Con su primer sueldo compró los primeros muebles de la sala de la casa.” Esa es una de las cosas que más me enorgullece en mi vida”, agrega con tono de nostalgia y una lágrima en sus ojos.

Un año después de terminar el sexto de bachillerato, resolvió presentarse a la Universidad del Valle para estudiar matemáticas. Esa decisión fue difícil de tomar. “Mi madre se puso triste, pues creía que no sobreviviríamos sin trabajar, e incluso rezó para que no pasara la prueba de admisión y evitarme así una decepción mayor”, comenta, mientras mira hacia arriba y se queda pensativa.

A pesar de todo, en 1974 se presentó a la Universidad, pero la preocupación la hizo enfermar y tuvo que salir antes de terminar la prueba.

Cuando perdió toda esperanza de seguir estudiando, recibió una noticia: los exámenes de admisión habían sido anulados y se repetirían.

La noticia revivió sus esperanzas y presentó la prueba nuevamente. Finalmente entró a la Universidad con un excelente puntaje. “pagar la primera mensualidad fue bastante difícil; sin embargo, con otra colecta, entre los conocidos de la familia, completé lo de la matrícula e inicié mi carrera con toda el alma “, dice esgrimiendo un gesto de seguridad.

Luego se presentó el problema de conseguir diariamente para el pasaje del bus . “Eso para mí, en el primer semestre, era un tormento, no sabía qué hacer, pero sin saber exactamente cómo culminé el semestre con mucha paciencia y dedicación”, dice con tranquilidad.

Al iniciar el segundo semestre logró un trabajo como profesora de un colegio, sin embargo, tenía que faltar a la primera clase en la universidad. La ausencia la solucionó hablando con su profesor, con quien acordó que ella estudiaría por su cuenta y presentaría los exámenes como cualquier otro alumno. Así sucedió y aprobó el segundo semestre con las mejores calificaciones. En tercer semestre las cosas mejoraron, porque el profesor Mario Yepes le ayudó a conseguir un trabajo en la Universidad, como becaria. El dinero que ganó le permitió vivir mejor e incluso ayudar a su familia. En 1977, terminó su carrera y recibió el diploma en matemática. Lo primero que hizo fue presentar sus notas y un examen para un cargo de profesor en la Universidad Nacional de Medellín y al mismo tiempo en la Universidad del Valle, En ambas instituciones le abrieron las puertas. Sin pensarlo, decidió permanecer en Cali y aprovechó la oportunidad para hacer una maestría en matemáticas.

Al iniciar su posgrado tuvo una niña, pero logró terminar sus estudios sin contratiempos. Luego decidió estudiar un doctorado y se fue a Estados Unidos.

Para admitir a los extranjeros, las universidades norteamericanas exigen a los aspirantes presentar un examen que mide la proficiencia del idioma. Doris Hinestroza no logró pasar ese examen en su primer intento, pero la Universidad de Cincinnati la admitió sin ese requisito, por sus excelentes calificaciones de pregrado y magister. “Vivir en Estados Unidos, sin conocer el idioma, con una hija y muchas afugías económicas fue una experiencia dura, “sin embargo yo sabía muy bien cuál era el sacrificio que tenía que hacer para seguir estudiando”.

No pocas veces se preguntó si debía continuar o dedicarle más tiempo a su hija, pero siempre llegaba a la misma conclusión: Estudiar el doctorado era lo mejor para ella y para su hija y por lo tanto debía continuar con más ahínco. Finalmente se doctoró con una tesis de grado sobre “Recuperación numérica de coeficientes en ecuaciones diferenciales relacionadas con modelos utilizados en hidrología y pozos petroleros”, que permitiría avanzar en la investigación relacionada con la búsqueda de nuevos yacimientos petroleros. Pero no todo han sido problemas y dificultades para Doris Hinestroza, quien acaba de regresar a Colombia, pues cuando cursaba estudios en Cincinnati, recibió la beca más prestigiosa de la Universidad, “TAFT Fellow Ship”, gracias a sus calificaciones y trabajos de investigación.

En esa época se hizo una selección entre todas las Universidades de Estados Unidos, para escoger los diez mejores trabajos de investigación de estudiantes de doctorado para la Conferencia Norteamérica de Matemáticas, que se realizó en 1990, En esa oportunidad Doris Hinestroza fue una de las escogidas. Y cuando culminó estudios en Cincinnati y se alistó para regresar a Colombia, tuvo una oferta del director del Doctorado de la Universidad de Cincinnati, quien la invitó a quedarse, pero ella decidió regresar a su país para seguir su trabajo de docencia e investigación.

Ahora, después de llegar hasta donde muy pocos colombianos pueden hacerlo, recuerda su lema “cualquier cosa que desee hacer el ser humano puede lograrla si realmente tiene el deseo de hacerlo”.

Y cuando hace una evaluación de las dificultades por las que pasó y las compara con el logro de su meta, culmina con una conclusión con mucho significado: “Vale la pena hacer lo que hice por obtener un doctorado, al fin y al cabo, las matemáticas son mi pasión”.

Fuente: Agencia de Noticias Univalle

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