«… Hubo un respiro. La Primera Guerra Mundial, en 1914 rompió la paz provinciana con sus historias y volvió los ojos hacia el mundo exterior. Ese año, la población de Cali había subido a 45.524 habitantes, y ya existía el periódico Relator (1915), que complemetó a Correo del Cauca (1903). El presupuesto del departamento creció de 31.000 pesos en 1910 a 134.370 pesos en 1916.
El primer avión que aterrizó aquí fue el biplano que piloteaba el aviador italiano Ferruchio Guichardi, ex combatiente de la Primera Guerral Mundial. Según narra Álvaro Calero Tejada citado por Aurelio Ordoñez , el aeroplano fue calificado como ‘el cuerpo de una gran bruja que había traído en su vientre un monstruo para asustar a los niños desobedientes y a los maridos adúlteros’.
Hasta 1928, años de la Gran Depresión, la ciudad fue puesta en la ruta del progreso, como decían los abuelos de entonces. Los precios del café y del oro sostuvieron la economía en esos años, mientras caían las cotizaciones del banano y del petróleo. Cali se sostuvo con el café y el azúcar. Su industria era naciente y apenas si pasaba a convertirse en tal desde las formas artesanales de producción.
Hotel Alférez Real, en el primer alumbrado público navideño que tuvo Santiago de Cali en su historia en 1962 / Foto Nostalgias de Santiago de Cali (facebook)
Las trilladoras de café fueron un ejemplo del primer atisbo de industrial agrícola, y los ingenios azucareros empezaron su proceso de agroindustria. En 1926 se inició la construcción de la carretera al mar, la que se concluyó veinte años más tarde. El mayor establecimiento industrial de tejidos, La Garantía, en los años veinte tenía sesenta y ocho asalariados; Cervecería Alemana Velásquez y Cía,. treinta; Gaseosas Posada Tobón, treinta y Fundiciones Díaz Hermanos, treinta. Estas eran, en 1952, las seis mayores fábricas de Cali. Pero también existían Cigarrillos El sol, Fábrica de Hielo U. Lloreda, Trilladora A. Vallejo, Tejis A. Dishington y Cigarrillos Ideales.
El auge económico de los años veinte hizo cambiar la fisonomía de la ciudad al consruirse muchos edificios notables, como el Hotel Alférez Real y el Teatro Municipal (1927), y vio aparecer barrios enteros como el San Fernando. Los metros cuadrados edificados se incrementaron de 16.162 en 1923, a 160.454 metros cuadrados en 1928. Según comentaristas como José Antonio Ocampo, ‘en términos de metros cuadrados construidos por habitante, el nivel de edificaciones (…) nunca se volvería a alcanzar en la ciudad’.
Cuando Colombia enfrentó la guerra con el Perú en 1932, las familias caleñas también se despojaron de sus argollas de matrimonio para sufragar los gastos de ese conflicto. Quizás fue la única consecuencia negativa de esa guerra para la economía. Desde entonces parecieron estimularse numerosos resortes sociales, surgieron nuevas industrias, en especial en los sectores alimentario y de farmacéutica, se consolidó la banca, nacieron organismos propulsores de la industria, como el IFI, de la vivienda popular, como el BCH, y de la segturidad social como el ISS, y el Estado consolidó su facultad de director del proceso económico. Entre 1932 y 1939, el crecimiento industrial de Colombia alcanzó un ritmo anual del 12.4 por ciento, verdadera marca en Latinoamérica, y la ciudad participó activamente en él.
En 1938, Cali era una ciudad de 101.883 habitantes, no acusaba ni remotamente los problemas de crecimiento que sobrevendrían después, y se comportaba como líder de la zona junto a un grupo de ciudades de desarrollo sostenido que equilibraban el progreso regional. Así, Palmira, Tuluá, Buga, Cartago y Buenaventura no se quedaron a la zaga en oferta de servicios y oportunidades de empleo, por lo que la presión sobre la capital del departamento no fue conflictiva.
Los años cuarenta marcaron en Cali un índice de crecimiento positivo, registraron la aparición de nuevas empresas como Croydon Pacífico, Cementos del Valle, Punto Sport, Tecnoquímicas y Alotero, creadas a mediados o finales de los años treinta pero con impacto sólido en la década. En diciembre de 1941 había 676 sociedades inscritas en la Cámara de Comercio de Cali, y sobresalían las industrias de cemento, cervezas, cigarrillos, textiles y azúcar.
El máximo número de fundación de establecimientos industriales se registró en 1944 con 101, lo cual revela el ímpetu de los caleños para el trabajo. La posguerra se comportó favorablemente para la vida económica del Valle, no así en lo político y social, que desde 1945 vio aparecer el fenómeno de la Violencia, el cual fue especialmente duro contra el norte del Valle y arrojó sobre Cali, oleadas de campesinos desplazados.
De esa época datan las primeras concentraciones subnormales de Cali, en Siloé y el pie de monte. El crecimiento de su población en la década de los cincuenta fue uno de los más altos de América, superior a Sao Paulo, Los Ángeles, Detroit y Montreal. En 1956, Cali tenía 429.170 habitantes. La vida civil registró a un mismo tiempo un impulso cultural y cívico en la ciudad. En 1950 apareció El País, que sería luego el líder de la prensa en el suroriente».
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