Jorge Manrique Grisales. Acabo de terminar un libro que he titulado “Oficio de Reportero” en el que planteo un diálogo entre el periodista que fui hace 30 años y el profesor que soy ahora en la Pontificia Universidad Javeriana de Cali.
Cuando estudié en la universidad había algunas motivaciones fuertes para convertirme en reportero. Hacía apenas unos pocos años, dos jóvenes redactores del Washington Post habían provocado la renuncia del presidente Richard Nixon y eso nos mantenía muy entusiasmados a toda una generación que se formaba para ejercer el oficio. Deseábamos ser como Woodward y Berstein y demostrarle a la sociedad que gracias al buen periodismo, los malos no se saldrían con la suya.
Hoy las motivaciones para ser reportero son bien distintas y a veces extrañas. En clase, los jóvenes no hacen muchas preguntas y más bien se sumergen en su ecosistema informativo para que otros, distintos a los medios, les cuenten que está pasando. Hoy la información abunda y poco importa de qué fuente proviene.
Después de conocer en Huelva, España, a Francisco Martínez, varias cosas comenzaron a moverse en mi anquilosado concepto de periodismo. Francisco me habló de historia, de tradiciones, de gente que está dispuesta a darle un giro a la información para volverla aliada del progreso y del optimismo en el futuro de una ciudad. Fue así como conocí Huelva Buenas Noticias.
Entonces entendí mejor lo que Geraldino Vieira llama periodismo de propuesta… Un periodismo capaz de transcender la desgracia e internarse en las causas que la provocan para producir otro tipo de mensajes, esos que llaman al optimismo y a la solidaridad para que las desgracias no se repitan.
El maestro de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, Javier Darío Restrepo, ya me había hablado de la prensa como ese pegamento, ese cemento, que une a la sociedad y construye con el otro.
En un país tan complejo como Colombia, las ideas de Vieira y Restrepo puede sonar ilusas ante la cruda realidad que nos sacude, pero para la gente del común, las malas noticias de todos los días se han vuelto en una especie de cruz que resignadamente hay que llevar.
Silvio Rincón, el encargado de la seguridad en la Universidad donde laboro me lo dijo con toda la crudeza del caso: “Decidí no oír más noticias cuando atravieso la ciudad para venir al trabajo. Sólo pongo música para empezar bien el día”.
Juntando piezas, pareceres y ganas nació Cali Buenas Noticias para decirle a esta ciudad que vale la pena creerse el cuento que somos un sitio privilegiado de Colombia, por donde pasan las músicas, el cine, el arte, la gastronomía, la creatividad y la innovación. Que son más las cosas buenas que contar que aquellas que desafortunadamente inundan los titulares de los noticieros.
Por eso, cuando en días pasados en el portal España Buenas Noticias aparecimos junto a Bilbao como los miembros más jóvenes de la familia Buenas Noticias, nos sentimos felices de compartir una corriente de pensamiento que ayuda a construir sociedades mejores.
Querido Jorge. Felicidades por el artículo y por el buen hacer en el periódico Cali Buenas Noticias. Cada día más persdonas me preguntan por vuestra evolución. Un abrazo y estoy deseando de que nos volvamos a reunir.
Francis