Sergio Chacón Peña. La niñez de este autor bien podría encajar en la diáspora de violencia nacional colombiana. Hijo de un padre muerto, nieto de un abuelo asesinado; arrancado de los brazos de su madre por culpa de una mortal enfermedad. Huérfano desde muy temprano, Juan Rulfo calificaría en su adultez el paso por los orfanatos donde vivió la mayor parte de su infancia, como infernal. El adjetivo no es gratuito, de hecho, es una apuesta sobre seguro si se piensa que de ese infierno surgió una de las prosas más bellas y contundentes del siglo pasado.
Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, fue dueño de una pasmosa parquedad de palabra, cuanto más cuando los esfuerzos por encontrar en su discurso más de unas pocas y bien pensadas expresiones, siempre llevaron a escuchar más la voz del entrevistador que la del entrevistado; baste con corroborarlo ante las imágenes borrosas y ennegrecidas de la televisión española de los años 70, cuando un azorado Joaquín Soler Serrano lucha enconadamente contra el mutismo casi absoluto del autor jalisciense.
Antípoda de los prosistas clásicos, Rulfo supo decir en pocas palabras lo que a otros les costaba una suma enorme de cuartillas. Quizá por esa razón su paso al Parnaso literario universal haya sido por vías de esa misma brevedad. Su primer libro, la colección de cuentos “El llano en llamas”, rebosante de pesimismo, descolla en símbolos y alusiones al campo mejicano, la aridez de sus paisajes, la abrasadora condición humana de sus gentes, sus conexiones con lo indígena, sobre todo en cuanto al lenguaje, que en el caso de la escritura rulfiana, compone una constelación amplia y rica en exceso.
El amor no es ajeno al universo literario de Juan Rulfo. Uno verdadero y quemante, el que duele y deja de lado las tradiciones cortesanas y de final feliz. En “Pedro Páramo”, su primera novela, el amor se pasea como un intruso en la existencia de los personajes y hace que en la delgada línea que separa la vida de la muerte, ese sentir sea una fisura por la que se filtran las aguas pútridas de la esperanza y la ilusión. Susana San Juan, la mujer que el caporal de Comala ama con pasión enfermiza, decide imaginar su vida con otro, un matrimonio onírico y de fábula en el que el propio Pedro Páramo no existe. En “Talpa”, Natalia y su cuñado hacen hasta lo imposible por acelerar la muerte de su esposo Tanilo para estar juntos, pero luego del deceso del engañado ella decide que su amante, el hermano de su marido, la ha hecho víctima de un pecado mortal y llora en los brazos de su madre como muestra indefectible del concubinato anulado.
Amo del símil y la metáfora, Rulfo supo desde siempre que la brevedad producía complejidad, pero la del mejicano es un laberinto disfrazado de poesía campirana; alude el narrador de otro de sus relatos: “la tierra se había caído para el otro lado” cuando el alba anuncia el amanecer. Y otro más: “la luna había salido un rato y luego se había ido. Era una de esas lunas tristes que nadie mira, a las que nadie hace caso. Estuvo un rato allí desfigurada, sin dar ninguna luz, y después fue a esconderse detrás de los cerros”. Sobran las explicaciones.
Hablar de Rulfo no es nunca una empresa de brevedad. Sus textos, como sus palabras, carecen de una extensión acorde al contenido entre líneas, inmenso y multiplicador, cargado de connotaciones. Merecedores de más de una lectura, sus textos le han dado a su autor la calidad de mito literario, que incluso hoy, sigue siendo tan relevante como el primer día.
Muy buen texto literario,ojala continúe redactando y publicando este tipo de textos.
Recomiendo leer
Muchas gracias Carlos. El próximo aludirá a Borges.
Una muy buena lectura. Espero con ansias la proxima publicacion
Muy buen texto, espero con ansias el de Borges!
Gracias María Paulina, ya no tarda el de Borges.
Me ha incitado ha la lectura de Rulfo no conozco su escritura pero la referencia que se hace aquí la hace llamativa. gracias espero comentarios de Borges en esta columna.
Gracias Melissa por tu lectura, ojalá te acerques a la literatura de este autor que es uno de los grandes.
Marisol, agradezco mucho el tiempo que te tomaste para leer. El próximo… coming soon.
No olvidemos su trabajo como fotógrafo, su trashumar por todo México buscando inmigrantes indocumentados y su labor en el Instituto Nacional Indigenista, todo esto hizo de este hombre un gran observador de su realidad, una realidad mexicana de mediados del siglo XX que bien podría calcarse a la realidad de una Latinoamérica herida y desvencijada que no oye ladrar a los perros.
Muy bien por este texto que nos recrea y acerca a Rulfo y estas dos obras.
Gracias Alex por tu comentario, tienes razón; el Rulfo fotógrafo es uno de mis favoritos también pero eso daría para otro artículo…
Buen texto Sergio.
Christian, muchas gracias por tomarte el tiempo de leer. Ojalá te acerques al portal con frecuencia.
Como de quien escribes, escribiste este texto… breve, preciso y bueno.
Bonita e interesante la forma en que jugaste con su contexto socio-cultural para entrar en detalle en su configuración literaria, haciendo un fugaz pero acertado paso por sus obras. No conozco mucho de Rulfo pero me creaste deseo. Espero entonces, a nuestro Borges.
Claro que sí Marco, muchas gracias por tus palabras. Espero que sigas acercándote con frecuencia a este portal.
Como de quien escribes, escribiste este texto… breve, preciso y bueno.
Bonita e interesante la forma en que jugaste con su contexto socio-cultural para entrar en detalle en su configuración literaria, haciendo un fugaz pero acertado paso por sus obras. No conozco mucho de Rulfo pero me creaste deseo. Espero entonces, a nuestro Borges.
Que buen escrito Sergio, de principio a fin .
Gracias Luis Carlos por tus palabras y por el tiempo para leer este primer texto.
sergio esta muy bueno!!! Te felicito de verdad y me encantaria que me mandes si sigues publicando!!!
Claro que sí Yoav, acércate frecuentemente a este portal y podrás leer mis textos. Muchas gracias por tu tiempo.
Orgullosa de haber sido estudiante tuya y confieso que no he leído Rulfo pero seguramente lo haré después de leer tremenda descripción (que honestamente no me sorprende para nada viniendo de tu parte). Ojalá siga encontrándome con este tipo de escritos que me enorgullecen tanto.
Maleja, de verdad que el orgullo es para mí por haber hecho parte de tu formación. Muchas gracias por tus palabras.
Me encanta tener la posibilidad de acrcarme a un buen texto escrito por un buen amigo.
Qué rico poder conocer esa faceta tuya. Espero los próximos.
Gracias Judy, el gusto es mío. Ya pronto saldrán los próximos.
Sergio algún día escribiré así! Felicitaciones por este texto tan bueno, ya entiendo la razón por la cual leímos Rulfo en el colegio y el énfasis siempre en sus obras.
Me encanta el hecho de que hayas descubierto al Rulfo que muchos amamos. Gracias por tus palabras.
Sergio muy buen texto. Estamos aprendiendo del mejor.
Muchas gracias Jairo, me honras demasiado con tu comentario.
De Rulfo y tus clases me queda la imagen de la enfermiza inocencia de Macario y su trasfondo simbólico: «Yo no sé por qué me amarra mis manos; pero dice que porque dizque luego hago locuras. Un día inventaron que yo andaba ahorcando a alguien; que le apreté el pescuezo a una señora nada más por nomás. Yo no me acuerdo».
Felicidades por este gran logro y gracias por compartirlo conmigo Serch! A Borges y su dilema filosófico lo espero, así como me gustaría leer algo de tu adorado Dostoyevski!
Muchas gracias por tu comentario Andrea, viniendo de ti es un honor insoslayable. Es gratificante leer las frases que compartes; excelente cita. El texto sobre Borges no necesariamente aludirá al autor, más bien al humano.
Felicitaciones Sergio! Disfruté mucho leerlo, se nota la calidad de profesor que tenemos! Espero con ansias las demás publicaciones, como también que empecemos rápido con Borges!
Ha sido interesante la lectura de este autor, Rulfo es uno de los pocos autores que realmente ha podido captar mi atención por completo, logró crear un universo fantástico, las dos obras que leí fueron agradables, así como el texto escrito por usted. Espero poder leer entonces acerca de Borges.